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Por primera vez siete mujeres lideraron una cumbre históricamente machista.


El Foro Económico Mundial 2018, la cita que reúne a la élite política y financiera global, acaba de celebrarse como cada año, colgado arriba de una montaña en Davos.


Esta vez nevó como nunca en la localidad suiza: los carteles quedaron tapados de nieve, los autos atascados y los participantes llegábamos en tren, auto o colectivo desde Zurich, envueltos hasta las narices y patinando en el hielo.


Cuando me invitaron a asistir, como parte de la delegación oficial de Young Global Leaders, pregunté por qué habían decidido hacerlo en un lugar evidentemente tan inconveniente para todos.


La respuesta: “Así forzamos a la gente a que esté adentro en las sesiones, con la atención puesta ahí. Además hay algo igualador de tener a los presidentes, reyes, celebrities y CEOs, teniendo que moverse igual que el resto de los mortales, pateando nieve”. Eso parece haber cambiado un poco, ya que el tráfico era un infierno, pero el punto me pareció válido igual.


Este fue un Davos particular para las mujeres. Históricamente criticado por el escaso protagonismo femenino, la organización parece haber tomado nota del cambio de clima en materia de igualdad de género.

De hecho, por primera vez en sus 48 años, las siete co-chairs que presidieron el Foro fueron mujeres. Y son impresionantes.


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